sección 1
I.
DEFINICION DEL GRAFFITI Y NUESTROS ESTUDIOS PRELIMINARES
Durante la
década de los ochenta el graffiti se fue extendiendo con características muy
precisas en distintos países del continente, generándose no sólo una frecuencia
destacada, sino una estilística que nos permite hablar de un nuevo momento
contemporáneo del graffiti.
Entre 1978 y
1982, recogimos en distintas ciudades colombianas una muestra de gran tamaño
que nos permitió observar detenidamente el comportamiento gráfico, expresivo y
comunicativo del graffiti.
En mi libro Una
ciudad imaginada graffiti y expresión urbana (publicado por
Se propuso un
esquema de análisis que pudiese entrar a definir el graffiti como proceso comunicativo,
de características muy específicas y que, si bien partía inicialmente de una
muestra tomada en las ciudades colombianas, la extensión de su definición
debería cubrir el género graffiti, en sentido universal, sin importar el lugar
o ciudad de origen.
Nuestro estudio
y proceso lógico llegó a la siguiente conclusión: para que una inscripción
urbana pueda llamarse graffiti debe estar acompañada por siete valencias que
actúan a manera de correlatos: Marginalidad; anonimato; espontaneidad;
escenicidad; precariedad; velocidad y fugacidad. Las tres primeras son
pre-operativas, esto es, existen previamente a la misma inscripción, por lo
cual no habrá graffiti si no le antecede el conjunto de las tres condiciones.
La marginalidad traduce la condición del mensaje de no caber dentro de los
circuitos oficiales, por razones ideológicas o simplemente por su manifiesta
privacidad. El anonimato implica una necesaria reserva en la autoría, por lo
cual quien hace graffiti actúa, real y simbólicamente enmascarado. La
espontaneidad alude a una circunstancia psicológica del grafitero de aprovechar
el momento para la elaboración de su pinta y también al hecho mismo de su escritura
que estará marcada por tal espontaneismo.
El grupo de
las siguientes tres responde más bien a circunstancias materiales y de
realización del texto, por lo tanto las consideramos operativas; la escenicidad
apunta a la puesta en escena, el lugar elegido, el diseño empleado, los
materiales y colores utilizados y las formas logradas, con todas las
estrategias para lograr impacto; esta valencia atiende entonces a la
teatralización del mensaje dentro de la ciudad. La velocidad atiende al mínimo
tiempo de elaboración material del texto, por razones de seguridad de sus enunciantes
o por la presuposición de poca importancia que se le otorga a su escritura. Con
precariedad queremos decir el bajo costo de los materiales empleados y todas
las actividades que rodean al acto graffiti de poca inversión y máximo impacto
dentro de circunstancias efímeras.
La última
valencia corresponde a su vez a un último grupo que consideramos pos-operativo:
la fugacidad actúa una vez y posteriormente a realizada la inscripción se puede
considerar como la valencia que asume el control social, pues entre más
prohibido sea aquello que exprese; más rápidamente tendrá que borrarse el
respectivo mensaje por parte de los individuos que ejerzan tales funciones de
control, bien sea la misma policía, (guardias) particulares o la misma
ciudadanía que se sienta lesionada o denunciada. Así, con fugacidad entendemos
la corta vida de cada graffiti, el cual puede desaparecer en segundos, o ser modificado,
o recibir una inmediata y contundente respuesta contraria a su inicial
enunciado.
Dicho lo
anterior podrá comprenderse nuestra definición: la inscripción urbana que
llamamos graffiti corresponde a un mensaje o conjunto de mensajes, filtrados
por la marginalidad, el anonimato y la espontaneidad y que en el expresar
aquello que comunican violan una prohibición para el respectivo
territorio
social dentro del cual se manifiesta. (Una ciudad imaginada: Graffiti y expresión urbana; P.28 y Sts.,
Bogotá. U.N, 1986). De este modo el graffiti corresponde a una escritura de lo
prohibido, género de escritura poseído por condiciones de perversión, que
precisamente se cualifica entre más logra decir lo indecible en
el lugar y ante el sector ciudadano que mantiene tal mensaje como reservado o
de prohibida circulación social.
De acuerdo con
lo dicho sus vínculos con la denuncia política son naturales, pero tal conjunto
de mensajes no se agotan en ello, pues la dimensión política ha constituido un
alimento fundamental que ayuda a estructurar el graffiti contemporáneo, pero no
es su único patrimonio. Puede existir graffiti sin denuncia política, por
lo menos en el sentido explícito de la palabra política, y justamente de eso
hablamos en la nueva dimensión del graffiti en América Latina. No se trata de
no ser político, sino de acompañar la política, no bajo el signo de la denuncia
contestaria sino exaltando la creatividad, insistiendo en la forma o practicando
el humor corrosivo, como en el uso de otros instrumentos en la manera de
confrontarse los ciudadanos con el acontecer de su país o ciudad.
Apareció
necesario, entonces, agregar una serie de imperativos a nuestro sistema, que nos
ayudasen a concebir las causas que engendraban cada una de las valencias. Fue
así como se propuso el imperativo comunicacional que actuaba en correlación con
la marginalidad; el ideológico que originaba el anonimato; la causa psicológica
presente en la espontaneidad, lo anterior para cubrir las valencias que ya
habíamos depuesto como pre-operativas. Al seguir con las siguientes ubicamos
este funcionamiento; la valencia escenicidad es consecuencia de un imperativo
estético; la precariedad lo es de razones económicas y un aspecto físico y
material subyace a la valencia velocidad. El último, considerado pos-operativo,
tiene en lo social mismo su imperante, por lo cual las circunstancias sociales
de cada momento y en el respectivo lugar o territorio urbano, se dan las
condiciones para considerar algo como socialmente prohibido o permitido. Se podrá
comprender ahora que una inscripción no es graffiti per se, sino
dependiendo de las circunstancias sociales e históricas dentro de las que se
conciba su mensaje; de la misma manera lo que comenzó siendo graffiti puede que
mañana no lo sea, o de la misma manera lo que es graffiti en una comunidad,
puede que en otra, aun dentro del mismo tiempo y en la misma ciudad, no le
corresponda tal cualificación.
Al continuar con
nuestro esquema básico de valencias pre-operativas, necesarias para hablar de
enunciado-graffiti, precisamos que si se carecía de todas las consideradas como
básicas ( la marginalidad, el anonimato y la espontaneidad ), no había
comunicación graffiti. No obstante pudiese ser que faltase una de ésas y
entonces se perdía su plena cualificación, para ocasionar un tipo de mensaje graffiti,
pobre como tal, pero originando otro tipo de mensaje intermediario.
Nacieron de
tal modo
De acuerdo con
lo dicho, dentro de un muro urbano puede existir información mural con o sin
cualificación graffiti, como sería esta última escribir en una pared para
anunciar una conferencia en un centro universitario, pero puede ocurrir que en
tal conferencia se adelante un programa revolucionario que haga impermisible su
sentido y orientación. De la misma manera cualquier partido político puede
hacer Manifiestos sobre las paredes, pero si tal manifiesto, firmado por una
organización legal, en virtud de acontecimientos posteriores, como una nueva
disposición que la declara ilegal (es el caso del grupo M-19 en Colombia
durante el período de tregua y su posterior reingreso a la guerrilla),
sobreviene la consecuencia de que su
manifiesto reingresa a la constelación de los mensajes graffiti, lo cual, según
las circunstancias, va desde pobre a plena cualificación. Esto último cuando ya
cualesquiera de sus mensajes corresponden al ámbito clandestino e ilegal y por
tanto excluyente de la visión y del conocimiento ciudadano.
Para concluir
la lista de la pobre cualificación, podemos hablar de Proyectos Murales sin
cualificación, como son todas las figuraciones artísticas o bodegones que hacen
sobre calles o puentes estudiantes de artes o trabajadores, por lo general con
permiso de las autoridades del barrio o alcaldía; pero puede ocurrir que el proyecto
mural adquiera dimensiones ilegales o que viole alguna manifiesta prohibición
como por ejemplo aclamar en un dibujo alguna posición contraria al querer del
gobierno, como sucedió en