Edición 315 - Mar, 2013-02-05

El ingreso ilegal de armas a Colombia es tan antiguo como la nación, pero nunca fue tan intenso como durante la Guerra de los Mil Días, que enfrentó a las guerrillas liberales contra el gobierno conservador. Esta crónica de un historiador revela que, en materia de contrabando de armas para la insurgencia, no hay nada nuevo bajo el sol…  

Por Carlos Eduardo Jaramillo C.

Ejército conservador en vísperas de la batalla de Palonegro, 1900. (Foto: Quintilio Gavassa. Historia de la fotografía en Colombia, Mambo.)

El contrabando es el ingreso de productos a un espacio territorial donde, o estos están prohibidos o sujetos a algún tipo de control o monopolio, que son obviados por los traficantes infringiendo con ello normas y leyes. Cuando se trata de una guerra civil, como es el caso de la Guerra de los Mil Días, encontramos que hay dos fuerzas enfrentadas, las del gobierno conservador con su aparato militar que opera bajo el cubierto de la legitimidad, y la de los liberales, alzados contra el gobierno y por ello mismo puestos al margen de la ley en calidad de rebeldes.

El Ejército conservador por su parte era el “Ejército nacional” y representaba la legitimidad. Por tanto, la compra de armas, municiones y pertrechos militares adquiridos por éste no pueden denominarse contrabando. Formalmente era un gobierno legítimo que adquiría los equipos requeridos por su situación interna. En el caso de los liberales, que estaban al otro lado de la ley, todo el ingreso de estos materiales al país entran en la categoría de lo ilegal, así muchos de esos llegaran a puertos o regiones bajo ocupación y dominio del liberalismo.

Cuando la guerra se inicia en Santander, el 17 de octubre de 1899, el problema de los liberales había sido y continuaba siendo el de las armas, aunque había guerreristas, que era el nombre que se le dio al ala del liberalismo partidario de ella, que sostenían que esto no debería ser motivo de preocupación puesto que las armas, a la hora de la guerra, aparecen como los tiples en los bailes. Sin embargo, a la hora de iniciar operaciones las armas estuvieron lejos de aparecer en la profusión que el símil de los tiples auguraba.

Aunque los liberales se venían preparando para la guerra desde el mismo momento en que había terminado la de 1895, para su inicio y su bautismode fuego en Santander, parecía más una algarabía de voluntarios con despliegue variopinto de armamentos, modelos ycalibres, que el núcleo principal del ejercito ‘restaurador’.

Para la época existía en America Latina una especie de comunidad ideológica en torno al liberalismo que, con los matices propios de cada país, operó casi como una internacional liberal. Allí, los desterrados por ‘La Regeneración’ no solo encontraron abrigo sino que desempeñaron importantes posiciones en las diferentes administraciones. Situación que generó lazos de respeto, identidad política y amistad que, a la hora de la guerra, se convirtieron en importantes fuentes de donde provinieron muchas de las armas que entraron ilegalmente al país para las fuerzas liberales.

Inicialmente algunos de estos miembros de la internacional liberal como Eloy Alfaro, presidente del Ecuador hasta el 31 de agosto de 1901, dudosos de las posibilidades de un triunfo liberal, cumplieron su compromiso pero enviaron lo más obsoleto de sus arsenales. Sin embargo, después de la batalla de Peralonso y de algunas victorias significativas en Panamá, hubo mayor comprometimiento del vecindario y fluyeron modernas armas por muchas de nuestras fronteras.

Los principales lugares de donde las armas provinieron y los sitios por donde ingresaron fueron los siguientes:

Venezuela: 

El gobierno de Cipriano Castro, no solo compartía el ideario liberal sino que para su ascenso al poder había contado con el apoyo de fuerzas colombianas organizadas en Santander que marcharon con él hasta las goteras de Caracas. Antes y después de iniciada la guerra muchos fueron los envíos de armas, municiones y pertrechos que entraron desde allí, algunos salidos de los propios arsenales del gobierno, otros comprados por Venezuela y los más adquiridos con recursos del liberalismo, pero ingresados a través del territorio venezolano. Esa cercanía física e ideológica con Venezuela fue uno de los elementos fundamentales para que se escogiera a Santander como el punto inicial de las hostilidades. Con Venezuela a sus espaldas, el camino de los suministros de guerra estaba abierto y la retaguardia asegurada. Ese halo protector generado por Venezuela es lo que explica el porqué, después de la aplastante victoria liberal de Peralonso, el general Gabriel Vargas Santos, en lugar de perseguir a los derrotados y continuar su marcha hacia Bogotá, retrocedió hasta Cúcuta, permitiendo que las fiebres lo diezmaran y los conservadores se recompusieran.

El punto culminante del compromiso de Cipriano Castro fue el envío de una división de su ejército al mando del general Dávila y Rufo Nieves a pelear al lado de los liberales en la Provincia de Padilla y Bolívar. Desde Venezuela llegó, a manos de los liberales colombianos, armamento de ultima generación, como los famosos fusiles Mannlincher, particularmente de calibre 7.9 mm que utilizaba pólvora sin humo, cinco cartuchos con ojiva encamisada y núcleo de plomo. Este fusil se estrenó en Peralonso y fue de lejos uno de los artífices de la victoria. Respecto al número que entraron no hay cifras confiables, pues en su mayoría provenían de compras indirectas realizadas por terceros, y otras de adquisiciones en el mercado negro, o de manejo encubierto de gobiernos afines con los liberales. La Guaira, San Cristóbal y Maracaibo fueron centros de donde se enviaron la mayoría de los pertrechos que entraron por la frontera desde Maicao hasta Arauca y por vía marítima a Riohacha.

Ecuador: 

Con Eloy Alfaro en la presidencia, los liberales intentaron consolidar una punta de playa en el sur, que desde la independencia era un reducto del conservatismo radical más recalcitrante. A pesar del apoyo Ecuatoriano los intentos en la frontera fracasaron por lo que éste los orientó por vía marítima hacia Panamá con colaboración de gobiernos centroamericanos. Pronto los viejos fusiles de inventario pasaron a ser armas de última generación. Con dinero dado por Alfaro al Presidente de Guatemala, el general José Reina no solo compró la mayor parte de las armas que usó Belisario Parras para su primera invasión a Panamá, sino que con ella el liberalismo hizo del Pacifico un mar bajo su dominio gracias a la adquisición del buque Iris, rebautizado luego como Almirante Padilla. Fue esta la unidad naval que, repintada como mercante, logró hundir en el puerto de Panamá al Lautaro, con el Gobernador del departamento en sus entrañas. Implementos militares entraron a Colombia a lo largo de la frontera entre Ipiales y Tumaco y por vía marítima desde Guayaquil y Esmeraldas hasta Buenaventura y las costas panameñas, con el trampolín centroamericano.

        

Centroamérica:

El presidente de Nicaragua, José Santos Zelaya, aunque se confesaba liberal y se ufanaba de considerar a los colombianos sus tutores intelectuales, a la hora de la guerra se comprometió poco, no solo con los dineros propios sino con los ajenos para adquirir los recursos solicitados por los liberales. Después de la derrota liberal en Palonegro, se tornó más sinuoso, entregando sólo migajas y a destiempo. Si bien prestó la cañonera Momotombo, para llevar la expedición liberal contra la ciudad de Panamá, dio instrucciones a su capitán que los desembarcara en la primera playa que encontrara, que resultó ser Punta Burica, a pocos kilómetros de la frontera con Costa Rica y a muchos de ciudad de Panamá.

Cuando José María Reyna Barrios, presidente de Guatemala, quiso prolongar su periodo en la presidencia y fue asesinado 1898 por Oscar Zollinger, con él se murieron muchas esperanzas de los colombianos, pues este decidido amigo que tenía recursos de Eloy Alfaro para aplicarlos en su favor, fue remplazado por el ladino y siniestro Manuel Estrada Cabrera, que esquilmó a los liberales material e intelectualmente. Materialmente, comprando en su nombre y con los recursos de Alfaro armas que éste envío a Oscós en México en lugar de a Panamá, e intelectualmente, porque puso la inteligencia de Uribe Uribe y Belisario Porras a escribir artículos en su defensa. Con él, lo máximo conseguido por los liberales fue que se hiciera el de la vista gorda cuando naves con pertrechos para la guerra recalaban en sus puertos de manera temporal.

El resto del contrabando de armas hacia Colombia provino de Europa y Norteamérica por la vía de las Antillas, en cuyas islas, como durante todo el siglo XIX, se apiñaron los vendedores de armas e implementos de guerra que las despachaban a granel o en cantidades mayores, según los recursos liberales.

Costas en dos mares y fronteras porosas o inexistentes aunadas a una crónica propensión a los conflictos armados de todo tipo, han hecho de Colombia un país donde el ingreso ilegal de armas es connatural a su historia. 

1) Eran una verdadera modernidad, comparados con el fusil oficial del Ejército Colombiano que era el Gras, de fabricación francesa, de un solo cartucho de pólvora negra y ojiva de plomo.

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