Historia de la Electrónica en Colombia (2)

La contribución de los afro-descendientes

El aporte de la raza negra a la formación de nuestra cultura es ancho y profundo en la mayoría de sus manifestaciones, sin embargo en el aspecto científico y tecnológico fue bastante limitado43. De acuerdo con Jaramillo Uribe en el origen tribal africano de la población colombiana, predominan los tipos de origen septentrional y los congoleses44

Los pueblos de Guinea, de la cuenca de Senegal, del Níger y del Sudán dieron nacimiento a culturas de muy alto grado de desarrollo. Conocieron la ganadería vacuna, el uso del camello, el trabajo del hierro y el bronce, la manufactura de tejidos y tuvieron un arte (esculturas de Benin y Dahomey), una religión y una organización política compleja. En sus áreas se formaron imperios como el Malí y el Songoi y sus contactos con el norte de Africa llevaron hasta ellos influencias del Islam. Otras culturas, como las de los pueblos congos, hotentotes y bosquimanos, practicaron la agricultura de azada y la ganadería vacuna, y conocieron la técnica del hierro, pero no alcanzaron el refinamiento de las culturas septentrionales. Pero todo esto se perdió con la trata y a pesar del influjo negro en la economía y la sociedad, su incidencia tecnológica y científica es irrelevante.

La tradición científica y tecnológica

Las condiciones tecnológicas impuestas en la conquista y completadas en la colonia perduraron hasta la llegada de la Ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII, que precipitó el inicio de los movimientos independentistas.45 Después de la Independencia la situación no varió mucho en el aspecto tecnológico hasta 1840, pues antes de la primera mitad de esa década no existía en la Nueva Granada ni la ingeniería civil moderna ni una base económica que la sustentara, a pesar de la presencia esporádica de técnicos extranjeros.46. A mediados del siglo, esta situación comenzó a cambiar. Hacia finales de la década de 1830 Lino de Pombo, José Ignacio de Márquez y el general Herrán argumentaron a favor de las obras publicas utilizando ingenieros nacionales. Con el ascenso de Mosquera a la presidencia en 1845, aumentaron estos programas y ya durante la década de1850, el concepto de ingeniería como profesión comenzó a propagarse dentro de las clases dirigentes del país. Durante las décadas de los 70 y 80 el inicio de la construcción de ferrocarriles dió a los jóvenes ingenieros del Colegio Militar mayores oportunidades para ejercer su tarea profesional, pero hasta entonces Colombia se encontraba inequívocamente en una relación colonial con respecto a los centros científicos de Occidente 47.


En esta década personajes como Pedro Alcántara Herrán y Mariano Ospina Rodríguez representan la élite ilustrada que trató de introducir una nueva orientación técnica en la clase alta mediante la importación de instructores extranjeros de ciencias y el envío de jóvenes de familias prestantes a los centros científicos del exterior. En ambos casos, el interés declarado de la élite se orientaba más a lo práctico, lo técnico y lo productivo que hacia lo teórico, lo científico y lo intelectual. Si bien no estaban en contra de promover la formación de científicos creativos, su principal preocupación era la de crear un cuerpo de técnicos y empresarios que pudieran ayudarles a ponerse al día, económicamente, con los más avanzados países del mundo occidental. Era necesario inculcar una inclinación científica hacia el conocimiento, haciendo más énfasis en el desarrollo el razonamiento que en la memorización de verdades concluyentes. Existía, por supuesto, un límite para el entusiasmo por el racionalismo científico. Los conservadores neogranadinos rechazaban vigorosamente los aspectos ateo - materialistas de la Ilustración occidental. En su calidad de élites tradicionales, si bien en vías de modernización, deseaban adueñarse sólo de aquellas ideas nuevas que consideraban necesarias para el progreso económico de su país48.

Por ello resulta tan característico y sui generis ese sincretismo colombiano, esa modernización en contra de la modernidad, que permitirá en los primeros decenios del siglo avanzar en el terreno infraestructural sin variar sustancialmente la concepción tradicionalista o la visión del mundo y la ideología, que desde la firma del Concordato de 1887 estuvo sometida al control de la iglesia 49.

La Sociedad de Naturalistas Neogranadinos se creó en 1859 y sus relizaciones, aunque escasas, están documentadas, su existencia se debió en gran parte a la labor del doctor Ezequiel Uricoechea.

Durante las décadas de los 70 y 80 el inicio de la construcción de ferrocarriles dió a los jóvenes ingenieros del Colegio Militar mayores oportunidades para ejercer su tarea profesional, pero hasta entonces Colombia se encontraba inequívocamente en una relación colonial con respecto a los centros científicos de Occidente50.
Por esa época existían ya la Facultad de Matemáticas e Ingeniería de la Universidad Nacional en Bogota, la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Cauca y la Escuela de Minas de Medellín. Los ingenieros antioqueños eran lo suficientemente numerosos como para mantener una comunidad científica, la cual tenía unas tendencias profesionales muy contrastantes con las de los ingenieros del oriente del país, quienes dominaban la Sociedad de Ingenieros de Bogotá. Estos eran predominantemente burócratas, por su residencia en Bogotá tenían la pista de los empleos técnicos gubernamentales como la topografía, la construcción o la inspección de obras públcas y el magisterio. De otro lado los ingenieros de Antioquia Cauca eran menos politizados y burocráticos, confiaban más en la empresa privada, muchas veces la suya propia.

Otra diferencia entre estas concepciones de la ingeniería estribaba en que mientras los ingenieros de provincia pensaban en soluciones autóctonas para los problemas nacionales, como el cambio por materiales nativos o los inventos mecánicos adaptados localmente, los ingenieros de Bogotá lucían su más grande originalidad en las matemáticas puras.

Todas estas diferencias empezaron a diluirse después de la Segunda Guerra Mundial con la expansión de la ingeniería y el surgimiento de Facultades de Ingeniería, en muchas de las ramas, en todo el país51.


43 El autor cita a: Nieto Arteta, Luis Eduardo, Economía y cultura en la historia de Colombia, Tiempo Presente, Bogotá, 1975.

44 El autor cita a: Jaramillo Uribe, Jaime, Ensayos sobre historia social colombiana,

Universidad Nacional, Bogotá, 1968.

45 El autor cita a: Silva, Renán, Universidad y sociedad en el Nuevo Reino de Granada, Banco de la República, Bogotá, 1992, p. 443.

46 El autor cita a: Poveda Ramos, Gabriel, Minas y mineros de Antioquia, Banco de la República, Medellín, 1981.

47 El autor cita a: Bateman, Alfredo D., "Historia de las matemáticas y la ingeniería", Ciencia y Tecnología en Colombia, Fernando Chaparro y Francisco Sagasti (eds.), Colcultura,Bogotá, 1978, p. 107., Obregón Torres, Diana, Sociedades científicas en Colombia 1859-1936, Banco de la república, Bogotá, 1992.

48 El autor cita a: Safford, F., El ideal de lo práctico, El Ancora Editores, Bogotá, 1989.

49 El autor cita a: Corredor, Consuelo, "Modernismo sin Modernidad", Controversia, No161, Bogotá, 1990.Parra, Lisímaco, "Modernidad y Ciencia", Estructura Científica, desarrollo tecnológico y entorno social, Misión de Ciencia y Tecnología, Vol. 2 , Tomo II, MEN-DNP-FONADE, Bogotá, 1990, p. 561.

50 El autor cita a: Poveda Ramos, Gabriel, "Los ferrocarriles y la ingeniería", Revista Universidad de Antioquia, No 206, Oct-Dic, 1986, p. 5.Obregón Torres, Diana, Sociedades científicas en Colombia 1859-1936, Banco de la república, Bogotá, 1992.

51 El autor: Safford, Frank, "Orígenes de la profesión de ingeniero en Colombia", Ciencia y Tecnología en Colombia, Fernando Chaparro y Francisco Sagasti (eds.), Colcultura, Bogotá, 1978, p. 57.