Lección 5: Introducción a la Personalidad

 

 

 

Diseñada por: Yeison Alfonso Rodríguez Campo. Zona Centro Boyacá CERES Garagoa. (2013)

 

Todos en algún momento de la vida hemos escuchado o utilizado frases como: “Aquella persona tiene una excelente personalidad”, “él no tiene personalidad” o tal vez “a esa persona le hace falta personalidad”, frases comunes que buscan describir en otros, la mayoría de las veces subjetivamente, la forma de ser, de pensar y de actuar, y también, de algún modo, de predecir la manera en la que se comportarán y las actitudes que tendrán en el futuro.

Puede ser que  en estos casos, al utilizar la palabra “personalidad”, el interlocutor logre entender el sentido y contenido del mensaje, no necesariamente sin equívocos, sin embargo, el término como tal, no está siendo utilizado de manera adecuada, sino que responde a una construcción social o “popular”, la cual dota a la palabra de un sinnúmero de significados, que no solo distan de lo propuesto por las investigaciones, perspectivas y teorías científicas, sino que se presta para confusiones, interpretaciones erróneas y hasta valoraciones interpersonales que pueden generar mas perjuicios que beneficios. 

La utilización popular e imprecisa del término personalidad es para Caseras (2001) una consecuencia de la “corta edad” que tiene la psicología como ciencia. Este autor afirma de la psicología que “tiene una breve historia pero un largo pasado” refiriéndose a que es una disciplina joven, cuyos mayores desarrollos han sido recientes, pero que tiene sus antecedentes mas tempranos en la filosofía, en especial la de la Grecia clásica. Por esta razón, y su reciente desarrollo, la psicología como ciencia no ha sido dotada de un lenguaje que le sea propio y diferente al resto de las disciplinas científicas, por el contrario, gran cantidad de los términos que utiliza corresponden a vocablos populares, que aunque tienen iguales significantes, no forzosamente comparten el mismo significado, ejemplos muy comunes son la utilización de términos como bipolaridad, de la que algunos jóvenes hablan para referirse a un amigo que algunas veces está alegre y otras veces se entristece, y depresión para referirse a algún compañero o amigo que se encuentra triste (obviamente desconociendo la realidad de un trastorno bipolar, o de un episodio depresivo), entre otros.

La historia del término personalidad inicia en la antigua Roma (Aunque la palabra como tal proviene del etrusco Phersu y este del griego prosopon que tiene un significado similar al que tenía en la antigua Roma), en donde los actores de teatro al representar tragedias griegas no utilizaban maquillaje sino una máscara (en latín persona) con el fin de proyectar al auditorio un conjunto de actitudes y conductas propias de un personaje, que no necesariamente tenían que ver con el actor que lo interpretaba (Liebert & Langenbach, 2000), sin embargo, el público tenía la capacidad de relacionar esta máscara con unas características propias de dicho personaje, como sentimientos, emociones y comportamientos, entendiendo que el actor dejaba de ser “él mismo”, para interpretar el papel de “otro” durante la obra (Rodríguez, 2008).

Si bien es cierto que entender la personalidad como una “máscara” que se pone un individuo para representar un papel o rol particular en su vida, es bastante atractivo para el común de las personas, la verdad es una visión muy superficial de lo que en realidad significa el término y de lo que las investigaciones científicas, los autores, las perspectivas y las teorías han propuesto acerca del tema, ya que la personalidad no se limita a lo que el hombre actúa o desempeña en un momento determinado, sino a lo que piensa, siente y hace, es decir, a la forma de ser y de interactuar con el medio, la cual tiende a mantenerse en el tiempo.

El término personalidad mas orientado a definir y explicar la “forma de ser” de un individuo y menos como una máscara teatral se empezó a utilizar hace aproximadamente 200 años (Sampson,1989),  tratando de entender al ser humano como una persona, que en su desarrollo físico, emocional, intelectual y moral está inmerso en un contexto social y cultural.

Aunque el desarrollo del concepto tiene ya una larga historia, los teóricos de la personalidad no se han puesto de acuerdo en la definición de este término, y se han llegado a proponer diferentes teorías que no necesariamente coinciden en su naturaleza, ya que cada uno considera la personalidad desde un punto de vista distinto (Feist & Feist, 2007), sin embargo, la mayoría de definiciones tienen algunos elementos comunes que permiten orientar su comprensión general. 

Antes de entrar a definir la personalidad, es importante comprender que el término como tal posee la calidad de “constructo teórico”, es decir, es el componente básico de una o varias teorías, cuya definición es difícil, y que busca describir y explicar las observaciones realizadas por una ciencia como la psicología (Liebert & Langenbach, 2000). La personalidad aunque puede ser medida, descrita y analizada, no puede ser observada directamente ya que no existe de manera tangible, ni se puede ubicar orgánicamente dentro del cuerpo del sujeto, no obstante, es posible inferir su existencia a partir de sus diferentes manifestaciones.

A continuación se encuentran algunos de los conceptos de los diferentes autores, inicialmente se expondrán definiciones clásicas de personalidad (Liebert & Langenbach, 2000), y posteriormente aquellas que se han propuesto más recientemente:

Definiciones clásicas de la personalidad:

Gordon Willard Allport (1897 – 1967): “La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de los sistemas psicofísicos que determinan sus adaptaciones únicas a su ambiente”.

James Mackeen Cattel (1860 – 1944): “La personalidad es lo que permite la predicción de la que hará una persona en una situación determinada. Se relaciona con toda la conducta del individuo, tanto manifiesta como la que no sale de su piel”

Harry Stack Sullivan (1982 – 1949) “La personalidad es el patrón relativamente perdurable de situaciones interpersonales que caracterizan la vida humana”.

Definiciones más recientes de la personalidad:

Para  Feist y Feist (2007) La personalidad “es un patrón de rasgos relativamente permanentes y de características singulares que confieren coherencia e individualidad al comportamiento de una persona”

Según Hans Eysenck (Feist y Feist, 2007) la personalidad es la “organización estable y duradera del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación única al ambiente”.

Para Liebert  y Langenbach (2000) la personalidad es “la organización única y dinámica de las características de una persona particular, físicas y psicológicas, que influyen en la conducta y las respuestas del ambiente social y físico. Algunas de estas características serán únicas de la persona específica (por ejemplo: los recuerdos, los hábitos, las peculiaridades) y otras las compartirá con unas cuantas, con muchas o con todas las demás personas”.

Para Walter Mischel (Cáseras, 2001) la personalidad es un “patrón distintivo en cuanto al comportamiento y al sentimiento que caracteriza a los individuos y que se refiere a la manera como esos comportamientos, pensamientos y sentimientos influencian la adaptación de éstos a las situaciones que se encuentran en sus vidas.”

Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su cuarta versión (DSM IV - 1997) la personalidad es “una forma personal y particular de vivenciar e interactuar con nuestro entorno y con los demás”.

Aunque los anteriores conceptos contienen elementos diferentes (especialmente por los marcos teóricos que los sustentan) también poseen características comunes que permiten una comprensión global de la personalidad. Dentro de estas características comunes encontramos (Rodríguez, 2008):

Primera: La personalidad se sustenta tanto en elementos físicos (orgánicos) como en la interacción que el individuo tenga con el medio ambiente, ninguno de los dos elementos define o puede explicar la personalidad por si solo, sino que es necesaria la intervención de ambos para que ésta se desarrolle.

A la parte biológica de la personalidad, es decir, la que incluye el sustrato neurológico, endocrino, bioquímico y la herencia genética del sujeto se le denomina temperamento, y es muy difícil de modificar.

De otro lado, está el carácter, que se define como el conjunto de características propias de la personalidad que se han adquirido por la interacción con el medio ambiente, por el aprendizaje. Se relaciona directamente con la cultura, los hábitos y las costumbres del grupo social al cual pertenece. Aunque también es difícil de modificar, es mas susceptible de cambio que el temperamento.

La personalidad está en continuo desarrollo, y al depender de factores físicos, biológicos y medioambientales, el papel de las instituciones de socialización como la familia y el colegio es fundamental, ya que son ellas quienes con sus valores, ejemplos y modelos ayudan a la construcción de personalidades funcionales que logran adaptarse al medio, o por el contrario, de personalidades disfuncionales que presentarán problemas y conflictos con su entorno.

Segunda: Otro elemento común a los diferentes conceptos de personalidad es la variedad de características que puede tener una persona y que hace que en el mundo no existan dos personas iguales (así sean gemelos idénticos), es decir, las personas pueden nacer, vivir, y desarrollarse en condiciones físicas y medioambientales similares, pero cada una construirá una personalidad particular, con elementos singulares que lo hacen único. Desde luego, existen características comunes que pueden agruparse en categorías amplias para comprender de mejor manera la personalidad de un individuo, pero aunque estas categorías se puedan plantear y utilizar de manera acertada, no existen “tipos” de personalidades que permitan clasificar a los individuos de manera rigurosa, invariable, estática o inflexible. Todos los seres humanos son diferentes, pero la personalidad puede ser estudiada, medida e intervenida.

Tercera: La personalidad tiene un principio holístico, es decir, no puede ser analizada separando sus componentes, sino que debe estudiarse de manera global, es decir, las emociones, pensamientos y comportamientos de los individuos deben analizarse en conjunto para poder comprender los verdaderos rasgos de personalidad de un sujeto, los análisis aislados aunque se hagan exhaustivamente nunca lograrán la necesaria perspectiva general del individuo.

Cuarta: Aunque una persona no conserve todo el tiempo el mismo estado de ánimo, cambie de opiniones, o sus conductas no sean siempre coherentes con sus pensamientos, una característica importante de la personalidad es la estabilidad que los aspectos individuales de un sujeto mantienen durante el tiempo. Algunas características de la persona se van modificando a medida que transcurre el ciclo vital, pero existen elementos fundamentales que orientan la forma de actuar del individuo y que también permiten predecir con cierto grado de certeza la forma en la que responderá a algunas situaciones y estímulos del medio.

Quinta: Si bien es cierto que todos los seres humanos son diferentes, y que la personalidad de cada uno posee características diversas, no necesariamente todas las personalidades son funcionales, es decir, “sanas”, tanto el temperamento como el carácter pueden ser afectados por factores biológicos, genéticos, teratogénicos, medio-ambientales, de crianza o sociales que ayudarían a la construcción de una personalidad disfuncional o de trastornos de la personalidad.

Según Rodríguez (2008) Teniendo en cuenta estas cinco características comunes se puede afirmar que “la personalidad se fundamenta en dos elementos esenciales, uno en  el sustrato biológico del individuo denominado temperamento, y el otro en el producto de la interacción del individuo con el medio social denominado carácter. La conjunción de estos dos elementos genera un patrón de comportamientos, pensamientos y emociones en el sujeto, que tienden a mantenerse en el tiempo y a condicionar las respuestas que el individuo emite hacia el ambiente. Como los factores que intervienen en el desarrollo de la personalidad no son iguales para todos, la personalidad es diferente en cada uno de los seres humanos”, dado que la personalidad es susceptible de ser medida, descrita y analizada, también pueden establecerse parámetros de normalidad y anormalidad, como también factores que permitan predecir el comportamiento de un individuo frente a las situaciones y estímulos medioambientales.

Finalmente, no se puede hablar de personalidad sin incluir las teorías o perspectivas que postulan no solamente un concepto, sino el funcionamiento de todos los elementos constitutivos del ser humano y que permiten su investigación, comprensión y posterior intervención.

Aunque en la presente lección introductoria no se profundizará acerca del tema, es importante nombrar las teorías mas aceptadas por las comunidades científicas en la actualidad, las cuales son: Las teorías o perspectivas psicodinámicas que incluyen el psicoanálisis y las posturas neo psicoanalíticas, las perspectivas del ciclo vital, la perspectiva de los rasgos de personalidad, la teoría humanistas, la teoría cognoscitiva, las teorías conductistas y neoconductisas, las perspectivas del aprendizaje social y las actuales perspectivas de dominio limitado. 

La personalidad es uno de los campos de la psicología que tiene mayor investigación y para el cual frecuentemente se hacen nuevas e interesantes propuestas para su comprensión y análisis, por lo tanto, es importante estar atentos a estos avances y desarrollos.

 

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