Lección 7: Introducción al Psicoanálisis.

 

 

 

Diseñala por: Jhon Fredy Bustos Ruiz. Zona Sur CCAV Neiva. (2013)

Antes que nada hay que enfrentar la existencia de diferentes términos como psicoanálisis, psicología psicoanalítica o dinámica y teoría psicodinámica. En unos contextos se utiliza más uno que otro, para hacer referencia a lo mismo. De hecho hoy en día muchos los utilizan indistintamente. Aun así, es importante señalar algún matiz de cada concepto.

La teoría psicodinámica se refiere especialmente al conjunto de planteamientos teóricos que Freud, especialmente durante el primer cuarto del siglo XX, desarrolló en relación con el funcionamiento psíquico humano. Freud  recurrió a la física de la época  para acuñar el término psicodinámica. Así como el término dinámica estudia  el calor, la energía mecánica y la manera en que podemos transformar una en otra, también  la psicodinámica estudia la energía psíquica y como se transforma  y se expresa en la conducta. (Morris, 2005)

La psicología psicoanalítica o dinámica, a su vez, se refiere a toda la investigación, desarrollo teórico y metodológico y a la práctica de la psicología fundamentada en la teoría psicodinámica.

Y el psicoanálisis, propiamente dicho, se refiere más exactamente al método de investigación e intervención que Freud desarrolló y utilizó en el trabajo con sus pacientes y que a la larga le permitió juntar los datos sobre los cuales construyó su teoría.

Pues bien, será preciso señalar que la amplia teoría psicodinámica se compone de varias teorías específicas, sobre las cuales girará el desarrollo de la lección.  Estas teorías específicas son: la teoría tópica o topográfica, la teoría estructural, la teoría pulsional, la teoría del desarrollo psicosexual, y los mecanismos de defensa.  

Teoría Topográfica.

De acuerdo con Freud, los procesos psíquicos ocurren en tres instancias o estratos virtuales. Estas tres instancias son Consciente, Preconsciente e Inconsciente. Pero más que como instancias físicas o virtuales se deben entender como el carácter de los procesos o motivaciones psíquicas.

El consciente se refiere sencillamente a la experiencia psicológica de los sujetos en estado de vigilia. Lo constituyen la vivencia y el conocimiento (información) que está, a voluntad, a total disposición del sujeto.

El preconsciente es un estrato virtual intermedio entre el inconsciente y lo inconsciente. Aunque no se trata de una instancia física si es un nivel de tránsito de lo inconsciente a lo consciente. Imagínense que es como la oficina de inmigración de un país que quiere impedir que a su territorio ingresen personas desagradables o terroristas. 

En tercer lugar está el Inconsciente. Y recuérdese que este es el concepto principal de toda la teoría psicodinámica y así mismo de la psicología psicoanalítica. El inconsciente es la piedra angular en esta comprensión del funcionamiento psíquico humano. “El inconsciente designa el conjunto de los hechos psicológicos que escapan a la síntesis consciente y se convierten así en indisponibles… Cualquiera que sea el uso que se haga del término inconsciente, no debe olvidarse que no se trata de una sustancia sino de una cualidad de determinadas motivaciones y significaciones inmanentes a la conducta” (Merani, 1979, p.88). Son inconscientes por tanto los instintos, los reflejos y lo reprimido.

 Aquí aparece entonces el segundo concepto vital en la teoría psicodinámica: la represión. La Represión es sencillamente “la función de rechazar y poner fuera de la consciencia un contenido mental”. (Merani, 1979, p.143). ”Todo lo reprimido tiene que permanecer inconsciente, pero queremos dejar sentado desde un principio que no forma  por sí solo todo el contenido de  lo inconsciente. Lo inconsciente tiene un alcance más amplio, lo reprimido es, por  tanto, una parte de lo inconsciente” (Freud, 1915)

El gran problema para el funcionamiento psíquico en este sentido es la obstrucción del dinamismo y la permeabilidad entre estas tres instancias o sistemas. En condiciones normales la comunicación de los tres sistemas es permeable y las tensiones de lo inconsciente pueden liberarse a través de manifestaciones como los actos fallidos, los chistes inoportunos, los lapsus linguae y calami y los sueños. No obstante, cuando algún contenido inconsciente es demasiado reprochable para la consciencia la fuerza de la represión lo confina a niveles tan profundos que la tensión de estos se acumula al punto de generar grietas en el funcionamiento psíquico del sujeto. Es cuando sobreviene la enfermedad mental meno o mayor, según sea la tensión acumulada y el daño causado en acción de liberarse.

En las enfermedades mentales menores, neurosis, la represión tiende a aplastar las posibilidades de expresión del inconsciente y en consecuencia, la vida interior del sujeto. En la enfermedad mayor, como la psicosis, la diferenciación entre los sistemas se destruye y los contenidos inconscientes invaden caóticamente la personalidad que se fractura y fragmenta. (Brainsky, 2003, p. 54)

En virtud de lo anterior se puede concluir que el sentido del trabajo del psicólogo desde la perspectiva del psicoanálisis es la de restablecer la permeabilidad y la dinámica entre lo inconsciente, lo preconsciente y lo consciente.

Teoría Estructural.

Ahora bien, Freud propuso que la  personalidad depende de la manera como se van integrando, desde los primeros años de la vida, tres  estructuras: Ello, Yo y Súper Yo.

El Ello es la única estructura que está  presente al momento de nacer y es enteramente inconsciente. El Ello se constituye de impulsos  y deseos asociados a las necesidades fisiológicas; lo cual busca y exige la satisfacción inmediata. Esta necesidad de satisfacción inmediata del Ello es lo que se denomina el “principio del placer”, es decir el intento de conseguir la satisfacción inmediata y evitar el dolor o las sensaciones displacenteras. Esto es justo y necesario en los primeros años de la vida, porque de ello depende en parte la supervivencia del sujeto.   

El Súper Yono existe al momento del nacimiento, de hecho el  niño  de corta edad es amoral, y hace todo cuanto le procura placer. Es por ello que al niño no le preocupa llorar, gritar, jugar con sus excrementos, manipular sus genitales en público, entre otras cosas que serían socialmente reprochables para los más adultos. No obstante, en la medida que el sujeto va creciendo y va interactuando con su entorno familiar y social va incorporando en menor o mayor medida la normativa del contexto en el que crece, va adoptando las valoraciones sobre lo correcto o incorrecto, lo aceptable y lo reprochable. Entonces, el conjunto de principios, valores y normas morales que el sujeto incorpora de su medio ambiente es lo que se denomina el Súper Yo.

El Yo es la estructura que, en su estado de desarrollo adulto, regula las interacciones entre el Ello y el Súper Yo, y permite un funcionamiento adaptado dentro de su entorno social al margen de manifestaciones sintomáticas. El yo se comienza a manifestar alrededor de los 3 y 5 años de edad, pero su funcionamiento óptimo se esperaría después de los 12 años.

El Yo gobierna la movilidad voluntaria, su tarea consiste en la auto conservación, y la realiza en doble sentido. Frente al mundo exterior se percata de los estímulos, acumula (en la memoria) experiencias sobre los mismos,  elude (por la fuga) los que son demasiado intensos, enfrenta (por adaptación)  los estímulos moderados, y por fin aprende a  modificar el mundo exterior, adecuándolo a su propia conveniencia  (a través de la actividad).  Hacia el interior, frente al Ello, conquista el dominio sobre las exigencias de los instintos, decide si han de tener acceso a la satisfacción, aplazándola hasta las oportunidades y circunstancias más favorables del mundo exterior, o bien suprimiendo totalmente las excitaciones instintivas. (Freud, 1938)

El yo persigue el placer y trata de evitar el displacer. No obstante, actúa de acuerdo con el “principio de realidad”; es decir que es capaz de evaluar tanto la necesidad como la disponibilidad de satisfactores viables, permitiendo que se de espera a la satisfacción de la necesidad incluso de forma indefinida. Un sujeto adulto siente que necesita y desea un automóvil, pero su Yo le indica que no hay posibilidades económicas para obtener una, de manera que habrá que esperar hasta que haya con qué; además le transmite el mensaje del Súper Yo que le indica que no está bien robar uno. El Yo buscar la forma de satisfacción que sea más favorable y menos peligrosa en lo  referente al mundo exterior.

Teoría Pulsional.

Freud consideró que todo el comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las cuales no son más que las representaciones neurológicas de las necesidades físicas. Al principio se refirió a ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones perpetúan (a) la vida del sujeto, motivándole a buscar comida y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a buscar sexo. La energía motivacional de estas pulsiones de vida, que impulsa el psiquismo, les llamó libido, a partir del latín significante de “yo deseo”.

La experiencia clínica de Freud le llevó a considerar el sexo como una necesidad mucho más importante que otras en la dinámica de la psiquis. El ser humano, después de todo, es social y el sexo es la mayor de las necesidades sociales. Cuando Freud hablaba de sexo, hablaba de mucho más que solo el coito, la libido se ha considerado como la pulsión sexual.

Más tarde en su vida, Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no explicaban toda la historia. La libido es una cosa viviente; el principio de placer nos mantiene en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento es lograr la quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades. Se podría decir que la meta de la vida, bajo este supuesto, es la muerte. Freud empezó a considerar que “debajo” o “a un lado” de las pulsiones de vida había una pulsión de muerte. Empezó a defender la idea de que cada persona tiene una necesidad inconsciente de morir.

Freud se refirió a esto como el principio de Nirvana. Nirvana es una idea budista usualmente traducida como “Cielo”, aunque su significado literal es “soplido que agota”, como cuando la llama de una vela se apaga suavemente por un soplido. Se refiere a la no-existencia, a la nada, al vacío; lo que constituye la meta de toda vida en la filosofía budista.

La evidencia cotidiana de la pulsión de muerte y su principio de nirvana está en nuestro deseo de paz, de escapar a la estimulación, en nuestra atracción por el alcohol y los narcóticos, en nuestra propensión a actividades de aislamiento, como cuando nos perdemos en un libro o una película y en nuestra apetencia por el descanso y el sueño. En ocasiones esta pulsión se representa de forma más directa como el suicidio y los deseos de suicidio. Y en otros momentos, tal y como Freud decía, en la agresión, crueldad, asesinato y destructividad.

Teoría del Desarrollo Psicosexual

El otro aporte significativo de Freud fue su teoría del desarrollo psicosexual. Dicha propuesta del desarrollo psicológico gira en torno al concepto de Libido. La libido es la energía psíquica, se refiere a la “energía que anima al instinto en la búsqueda del placer” (Merani, p. 97). Valga mencionar  que para Freud esta energía tiene un carácter sexual.

En este sentido, el desarrollo psicosexual propuesto por Freud descansa sobre la premisa de que la libido se va moviendo y concentrando en diferentes zonas del cuerpo, de allí la denominación de las diferentes etapas.

Etapa oral. Esta etapa va del nacimiento hasta alrededor de los dos años. La libido se concentra en la boca, labios, lengua y paladar. El modo de satisfacción es el mamar. La carencia de dicha estimulación, por el seno materno o por otros medios, generará frustración y pérdida de la confianza en sí mismo. Pero la sobre estimulación también puede generar en el sujeto dificultad para el autocontrol. 

Etapa anal. Inicia alrededor de los 2 años, cuando el proceso de mielinización nerviosa termina y el sujeto se acerca a la posibilidad de controlar sus esfínteres. La libido se concentra  en los esfínteres anal y uretral. El modo de satisfacción lo encuentran los niños en retener y expulsar su orina y sus heces fecales.

La influencia en la personalidad depende del tipo de acompañamiento que la familia le da al niño en el proceso de aprendizaje para el control de sus esfínteres. Si el apoyo es rígido y agresivo promueve un sentido de acumulación, tacañería y suspicacia en la edad adulta. Si el apoyo es ausente o muy flexible, promueve una tendencia hacia la irresponsabilidad y el despilfarro. 

Etapa fálicaInicia alrededor de los 3 años, comúnmente con el control total de los esfínteres. La libido se concentra en los genitales.  Es en esta edad cuando descubren que existen dos sexos diferentes (los papás tienen pene y las mamás no tienen) y cuando surgen las preguntas sobre el origen de la vida. El modo de satisfacción es la auto estimulación y la exploración de otros niños.

Durante esta etapa, quizás la más importante de la teoría, los niños deben superar dos grandes complejos: el complejo de Edipo, en el niño, y el Complejo de Electra, en la niña. (Consultar material complementario sobre el complejo de Edipo)

Etapa de latencia. En esta fase y como consecuencia de la aparición de del superyó el niño reprime sus sentimiento edípicos e inhibe sus apetitos eróticos – sexuales. Esta etapa inicia alrededor de los 5 años y finaliza alrededor de los 12.

Etapa genital. Inicia alrededor de los 12 años con la aparición de la pubertad. La libido se concentra en las áreas genitales. Y el modo de satisfacción abarca toda la vivencia de la sexualidad adulta.  

Mecanismos de Defensa.

Los mecanismos de defensa son acciones que el Yo realiza, por lo regular de manera inconsciente, para proteger la vida consciente del sujeto. El más importante de ellos es la represión, que ya fue explicada en esta lección. Como la represión, estos mecanismos defienden al sujeto consciente, pero a la larga terminan siendo negativos en el sentido que acumulan tensión inconsciente. El único mecanismo de defensa que es positivo es la Sublimación. La sublimación es la transformación de un impulso inaceptable, ya sea sexo, rabia, miedo o cualquier otro, en una forma socialmente aceptable, incluso productiva (arte, cultura, deportes).

Otros mecanismos de defensa que deben ser estudiados y comprendidos son: Negación, Regresión, Racionalización, Proyección, Aislamiento, Formación Reactiva, Rendición altruista.

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