Lección 5: Los Valores

Icono IDevice Los valores
Comentamos más arriba que existe otro elemento fundamental en la esencia del hombre como lo es el uso del libre albedrío. Aquí vamos a analizar un poco más en detalle esta parte para comprender que no sólo el uso de la libertad se hace con responsabilidad como lo analizamos más arriba, sino que también tiene que ver con uno mismo, con el respeto que se tiene por lo que se es, manifestación del hecho de ser humano.

La razón nos ha dado espacio intelectual para determinar que el sentido de lo humano se manifiesta a través de criterios internos que determinan el hacer. Debemos buscar, pues, la coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos. Ellas demuestran el sentido que hemos venido alcanzando para hacer realidad lo humano en nosotros mismos, en nuestra relación con los otros y en la sociedad en que vivimos. Esos criterios, que nacen de la razón para guiar nuestra acción se denominan valores, ellos nos ayudan al ejercicio responsable del libre albedrío o de nuestra libertad individual.

Tales criterios, el ser humano les ha dado la interpretación de valores. La palabra valor viene del latín valor, valere que significa fuerza, salud, estar sano, ser fuerte. Normalmente se asocia a lo bueno, digno de aprecio y de estimación; cualidades que se encuentran en el ambiente que nos rodea y su fin siempre es mejorar la calidad de nuestras vidas(13).

Según esto, podemos hablar de valores estéticos cuando afirmamos que una pieza musical es hermosa; de valores intelectuales cuando el profesor afirma que este alumno es muy brillante; de valores vitales cuando afirmamos que nuestro amigo tiene muy buena salud; de valores éticos cuando pedimos más igualdad a la hora de organizar nuestra convivencia; de valores religiosos cuando calificamos de sagrado un ritual o ceremonial; de valores políticos cuando reclamamos participación y diálogo. A menudo, las fronteras entre estos ámbitos no son nítidas: el valor de la libertad, por ejemplo, tiene aspectos intelectuales, éticos y políticos.

Se destaca que los valores éticos (o, si queremos, los valores morales) exigen el imperativo de acción que comportan, es decir, son valores que se nos imponen como pautas de nuestra acción. Los valores éticos, no siempre coinciden con nuestros deseos, pero sentimos que debemos intentar realizarlos si no queremos perder el sentido de personas que somos. Nadie está obligado a ser bello(a), ágil osimpática(o), pero todos moralmente estamos obligados a ser justos.Los valores éticos, dependen de la libertad humana: una persona puede no ser justa, negando la exigencia universal de justicia. Y porque dependen de la libertad, los valores éticos sólo pueden atribuirse a las personas, no a las cosas: un paisaje puede ser bello pero no justo.

Todos los valores comportan un deber ser: es deseable ser alegre, ser enérgico, ser útil,... Pero los valores éticos, además de éste deber ser implican un deber hacer, son una prescripción o norma que tenemos que cumplir.
Los valores éticos se clasifican según diferentes puntos de vista. Considerando el nivel de mayor o menor incidencia social, hablamos de valores éticos públicos o cívicos y de valores éticos privados o personales. Justicia y bien son los valores fundamentales o básicos; los demás valores éticos son la realización de éstos, una clasificación la podemos encontrar en la tabla 2.

Tabla 2. Clasificación de los valores.

 

Otra clasificación puede ser la siguiente:

 

  • Valores biológicos. Promueven la buena salud y se desarrollan a través dela higiene y la educación física.
  • Valores sensibles. Permiten la sana alegría, el esparcimiento y el placer.
  • alores económicos. Proporcionan todo lo que es útil ya que son valoresde cambio y de uso, buscan que sea de beneficio social y de ampliocubrimiento de la población humana.
  • Valores estéticos. Muestran lo que es el sentido pleno de la belleza.
  • Valores intelectuales. Permiten apreciar la verdad y el conocimiento.
  • Valores religiosos. Nos permiten alcanzar la dimensión de lo sagrado alestablecer una relación plena con Dios.
  • Valores morales. Su práctica nos hace bondadosos, justos, libres,honestos, tolerantes, responsables, solidarios, agradecidos, leales, amigosy vivir en paz14.

 

Dominique Simonnet, André Langaney, Jean Clottes y Jean Guilaine recrean en La historia más bella del hombre. Como la Tierra se hizo humana, la forma en que la humanidad conquistó el territorio, el mundo mental desde el arte hasta la religión, la agricultura y la domesticación.

Las poblaciones humanas actuales se asemejan genéticamente las unas a las otras, aún cuando tienen aspectos físicos muy diversos. De hecho, la “carrocería” del cuerpo, el aspecto externo – color, forma, dimensión – todo cuanto está en contacto directo con el entorno, todo eso es muy inestable y evolucionó rápidamente después de las primeras migraciones. En cambio, el “motor”, todo cuanto es interior, no cambia: los doscientos once huesos que forman el esqueleto humano no han cambiado mucho desde los primeros antepasados primates; aunque la presencia de este gen o de aquel otro difiera algo según los pueblos, el material genético de todos los seres humanos actuales continúa hecho a partir de mismo stock ancestral común de la especie. Este patrimonio común nos viene de los cinco o diez mil “reproductores” de la prehistoria. Con el paso del tiempo ha aumentado hasta los seis mil millones de ejemplares actuales, ¡pero es el mismo! Por su parte, si juntamos todos los genes actuales, encontramos un patrimonio genético parecido al que se encuentra al este del África, en Oriente Próximo y en la península india.

Hay personas que aún creen en la posibilidad de dividir la humanidad en razas diferenciadas. Es imposible. Todas las clasificaciones que se pueden inventar son arbitrarias a la fuerza. Decir que los humanos no se pueden clasificar no significa que no tengan diferencias. Al contrario: la diversidad humana es inmensa, extrema. Es desconcertante. Todos juntos formamos una sola especie, todos tenemos el mismo repertorio de genes, todos hemos salido de los mismosantepasados, todos hablamos lenguas diferentes derivadas de una misma lengua. Y, como individuos, cada uno de nosotros es único. En realidad, la especie humana está compuesta de casos particulares. Todo el mundo es diferente a todo el mundo. Desde nuestros primeros antepasados, ochenta mil millones de seres humanos se han sucedido en la Tierra. Y, sin embargo, nunca ha habido nadie como usted ni como yo en toda la historia del hombre. O sea que todos somos diferentes. Y todos somos parientes...»(15)
El profesor Fernando Savater es uno de los filósofos contemporáneos, autor de Ética para Amador, escrita pensando en su hijo, hace un planteamiento sobre la ética para nuestros tiempos.

En el siguiente fragmento, después de hablar de las termitas y de Héctor, el héroe homérico, diferencia el comportamiento humano, libre y con riesgo de error, del comportamiento animal, programado y seguro.

Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de un riada o de un elefante (a los elefantes le gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las termitas - obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas - soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de los asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera las pobres y heroicas termitas - soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?

Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor sea un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas - soldado cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?

Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas - soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas - soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor. (...)

En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si se prefiere, es a lo que llamamos ética.(16)

En esta forma, terminamos el trabajo de este capítulo. Esperamos que haya comprendido el sentido de ser individuo, de establecer claramente parámetros que hagan eficiente el uso de nuestra libertad, punto de partida de nuestra cosmovisión, de la participación del trabajo en el grupo y su proyección a la comunidad.

Dejamos para su consideración, el sentido del concepto amor. Creemos que junto con la libertad puede ayudar a encontrarle sentido más pleno a nuestra vida, a lo que queremos hacer con nuestra vida, nuestra profesión.

En el trabajo que debe realizar para su Portafolio de Desarrollo Personal le sugerimos la construcción de un texto sobre el tema del amor, para ello puede recurrir a la amplia literatura que sobre el tema se encuentra en Sicología, Superación Personal o Manuales de Terapia. También es importante que revise la relación que el tema suele tener con el sexo y los valores que se deben desarrollar en torno de él. Haga una discusión en su pequeño grupo de trabajo académico y escriba los acuerdos a los que pudieron llegar. Favor presentarlo al docente.



 

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13 EL TIEMPO. El libro de los valores. Bogotá: Printer colombiana, 2002., p. 4.
14 Íbid., p. 4 - 5.
15LANGANEY, André, CLOTTES, Jean; GUILAINE, Jean; SIMONNET, Dominique. La historia más bella del hombre. Como la Tierra se hizo humana. Barcelona: Anagrama, 19xx.
16SAVATER, Fernando. Ética para Amador. Barcelona: Ariel, 1991. (Págs. 24-25 y 32)