Lección 17: Introducción a la Inteligencia.

 

 

 

Versión inicial (2008) Claudia A. Paredes.

 

Concepto de inteligencia  

La inteligencia hace referencia a la capacidad o aptitud del individuo para adaptarse a situaciones nuevas y en general a su medio ambiente.  También podemos llamar inteligencia a la capacidad para resolver distintos tipos de problemas. En función de ello, han distinguido entre una inteligencia práctica, que se pone de manifiesto en la resolución de problemas de carácter practico, una inteligencia abstracta, evaluada a partir de los resultados obtenidos por el sujeto en cuestiones abstractas, y una inteligencia verbal, que se encuentra íntimamente relacionada con la anterior.  

Una segunda categoría esta constituida por aquellas teorías que definen la inteligencia como la capacidad individual para aprender o adquirir nuevos conocimientos y experiencias.  

Por ultimo, existe una tercera orientación que concibe la inteligencia como la capacidad para utilizar el pensamiento abstracto.  Teniendo en cuenta estos tres criterios, el psicólogo estadoudinense Wechsler elaboro un test que muchos consideraron el más completo y mejor constituido lo que se refiere a la definición de inteligencia, que para el «es la capacidad compleja o global del individuo para actuar con arreglo a unos fines, para pensar racionalmente y para tratar eficazmente con su ambiente. 

En principio se puede afirmar que una aptitud es la capacidad para efectuar una tarea con mayor o menor eficacia, siendo esta última cuestión la que se intenta  medir. El primer test de inteligencia fue elaborado a principios del  siglo pasado por el psicólogo Francés  Alfred Binet.  

El objetivo básico de todo test de inteligencia consiste en medir o determinar el grado de alguna aptitud, y con tal fin utiliza unas unidades de medida. La primera que se elaboró fue la edad mental. Binet observó cómo, a medida que aumenta la edad de los niños, éstos van teniendo más capacidad intelectual. Basándose en este hecho se le ocurrió confeccionar una serie de pruebas de fácil evaluación y se las aplicó a niños de diferentes edades. Con los resultados pudo determinar para cada prueba el tanto por ciento de niños que la resolvían a cada edad, y estableció así las pruebas que se podían responder adecuadamente en una determinada edad.  

De todos modos, la edad mental presentaba algunos inconvenientes que aconsejaron buscar una nueva unidad de medida, elaborándose el concepto de cociente intelectual.

Stern, su autor, lo representó mediante la siguiente fórmula:

 

C.I.  =   (Edad mental / Edad cronológica) X 100

 

El cociente intelectual es, por tanto, el cociente entre la edad mental y la edad cronológica, multiplicando por 100 para evitar los decimales. Se considera que un sujeto posee una inteligencia «normal» cuando su edad mental coincide con la cronológica, es decir, cuando su C.I. es de 100. Si la edad mental es mayor que la cronológica, el cociente es superior a 100, y por el contrario, si la edad mental es menor que la edad cronológica, el coeficiente de inteligencia es inferior a 100. 

Entre otras cosas, este cociente nos indica si la capacidad intelectual de un individuo se halla por encima o por debajo de la que corresponde a su edad. 

Evolución de la inteligencia  

Se ha comprobado que la inteligencia se desarrolla de forma acelerada hasta los 15 años, que progresa a un ritmo constante hacia los 25 años, y que a partir de esta edad inicia un lento descenso. Al mismo tiempo que se produce esta regresión intelectual, por cierto muy lenta, el sujeto alcanza una madurez psicológica y una experiencia que compensan el posible deterioro de la inteligencia. Esto explica que la mayor parte de los creadores, pensadores, científicos, etc., realicen sus producciones intelectuales más notables en la etapa adulta de sus vidas. 

Por otra parte, no todas las capacidades intelectuales siguen un mismo ritmo evolutivo, ni todas sufren un deterioro simultáneo. Así, por ejemplo, la agudeza visual y auditiva, la memoria y la capacidad de razonamiento son las aptitudes que empiezan a declinar más tempranamente. Por el contrario, las capacidades motrices se mantienen con poca pérdida hasta edades avanzadas. 

Los resultados de los estudios han puesto de manifiesto la existencia de un deterioro bastante rápido entre los 70 y los 78 años, que afecta a todos los procesos mentales. A partir de esta edad, la pérdida de aptitudes es más lenta, y se produce una cierta estabilidad. Entre los trastornos de las aptitudes intelectuales destacan la pérdida de la capacidad para fijar elementos nuevos, el deterioro de la memoria inmediata, la dificultad para llevar a cabo nuevos aprendizajes y las alteraciones en el proceso de atención. 

Asimismo, se han detectado diferencias entre las personas jóvenes y adultas en cuanto a la forma en que resuelven un determinado problema.  

 En este momento se esta manejando el concepto de las inteligencias múltiples, es decir se asume que cada persona  cuenta con aptitudes diversas, presentando  habilidades diferentes, en diversos campos: artístico, musical, lógica, competencias  para las relaciones interpersonales, e inteligencia emocional. Se abre una nueva perspectiva desde el punto de vista terapéutico. 

Niveles de inteligencia 

La mayor parte de las clasificaciones mediante niveles están basadas en el cociente de inteligencia. Todas son bastante similares y distribuyen a los sujetos en categorías muy parecidas. A continuación vamos a exponer la propuesta por Herber, que es una de las más extendidas y populares:  

  • Retraso profundo. Corresponde a un C.I. de 20 o inferior a esta puntuación.  Las personas incluidas en este grupo no llegan a adquirir el lenguaje e incluso experimentan dificultad para realizar conductas elementales (vestirse, comer con cierta corrección, etcétera).
  • Retraso grave. Incluye a las personas con un C.I. entre 20 y 35. Por lo general tienen importantes trastornos de lenguaje; su vocabulario es muy limitado y la estructura gramatical de las frases muy elementales. No llegan a adquirir la escritura, aunque son capaces de copiar las letras.
  • Retraso moderado. Comprende a los sujetos cuyo C.I. se sitúa entre 35 v 50.  Si bien pueden, en ciertos casos, adquirir los mecanismos de la lectura, no llegan a realizarla de forma comprensiva.
  • Retraso mental leve. En esta categoría se incluye a los sujetos cuyo C.I, se encuentra entre 50 y 70. No están en condiciones de adquirir la capacidad de abstraer una lev a partir de un fenómeno Concreto. Son capaces de tener una autonomía personal y de desarrollar trabajos no muy complejos.
  • Las borderlines o fronterizos. Se les denomina de este mudo porque poseen un C.I. que se halla en el limite entre la normalidad y la anormalidad, es decir, entre 0 y 80. Son capaces de realizar, aunque con mucho esfuerzo, estudios ele- mentales, v de hecho sólo se pone de manifiesto su déficit intelectual cuando han de resolver problemas de cierta dificultad.
  • La clasificación de los niveles superiores de la inteligencia no esta tan elaborada como la de los inferiores.   

 

Por lo general, se establecen los límites de la normalidad intelectual entre 80 y 120, aunque dentro de este amplio margen se distingue entre normales-bajos, normales medios y normales altos. A partir de 120 se habla de inteligencias superiores, y las personas con un C.I.  superior a 140 son los denominados superdotados. 

Factores que influyen en la inteligencia 

En el desarrollo de la inteligencia intervienen diversos factores que pueden influir en ella de forma decisiva. Una primera cuestión que siempre se plantea estriba en determinar los efectos de la herencia v del medio ambiente sobre la inteligencia humana. En torno a este tema se han planteado numerosas investigaciones, cuyos resultados han originado vivos debates, a pesar de que no existe un acuerdo en cuanto al peso de cada una de estas dos variables, un hecho innegable y aceptado por la mayoría de los autores es la capacidad que el medio ambiente posee de modificar v modelar, si bien hasta cierto punto, las aptitudes intelectuales de un individuo.  

De igual modo, también la herencia desempeña un papel importante, pues es ella la que determina el potencial intelectual del sujeto; no debe por consiguiente despreciarse su influjo.  Así pues, en lugar de centrar el debate en torno a si es el ambiente o la herencia el que determina la inteligencia, quizá resulte mas fructífero estudiar las interrelaciones establecidas entre ambas variables.  

Acerca de la influencia ejercida por el medio se han desarrollado numerosas investigaciones comparativas entre niños procedentes de distintos ambientes. Así, por ejemplo se ha comprobado que niños pertenecientes a medios culturales muy pobres en los cuales la estimulación externa es casi nula, puntúan más bajo en los test de inteligencia que otros educados en ambientes más ricos en estímulos.   

Otro aspecto interesante que debe destacarse es la importancia que tiene la estabilidad afectiva del niño en el desenvolvimiento de sus capacidades. Se ha demostrado que niños recién nacidos, que por diversas circunstancias no han podido ser atendidos por la madre y han pasado cierto tiempo en un hospital o en cualquier otro tipo de institución en la que no hubiera una persona dedicada en exclusiva a un sólo bebé. a modo de madre sustitutiva, presentan, además de graves trastornos físicos (diarreas, fiebres, vómitos) y psíquicos (tristeza), ciertos problemas posteriores en su desarrollo intelectual.

Este artículo está licenciado bajo Creative Commons Attribution 3.0 License

Por la calidad educativa y la equidad social